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J.R.R. Tolkien ~ Nota sobre la traducción de Beowulf

Christopher Tolkien introduces his father’s previously unpublished views on translation.

~ Christopher Tolkien presenta esta nota inédita de J.R.R. Tolkien, para acompañar la publicación de Beowulf. Traducción y Comentario, incluye Sellic Spell.

~ Esta nota debería ser leída junto a nuestro artículo de presentación del libro y de Sellic Spell; e incluso como complemento interesante a los artículos escritos por Tom Shippey en esta misma sección, dedicados a  Los Monstruos y los Críticos, y a otras traducciones de textos medievales realizadas por  J.R.R. Tolkien (GawainPearl, etc).

~ Para conocer otros enfoques sobre el poema de Beowulf, su contexto histórico y su relevancia, consulten nuestro artículo escrito por  Leo Carruthers, « Comprender Beowulf »

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J.R.R. Tolkien realizó una traducción en prosa de Beowulf  hacia 1926, momento en el que obtuvo la cátedra de anglosajón en Oxford, a la edad de 34 años. El texto se consideró  «terminado», en el sentido de que tenía un comienzo y un final, pero no se puede afirmar que estuviera realmente «concluido», ya que el autor lo retomó más adelante para añadir correcciones apresuradas en algunos puntos en los que cambió de opinión acerca de la interpretación de determinadas palabras o pasajes en inglés antiguo, o de la coherencia de los términos modernos que había empleado. Cabe destacar, sin embargo, que las conferencias universitarias expresamente dedicadas al texto del poema, que pronunció en la década de 1930, aclararon en gran parte su traducción y dieron lugar al comentario de Beowulf. Traducción y Comentario, incluye Sellic Spell

No existe ninguna prueba de que el autor tuviera pensado publicar su traducción de Beowulf, no obstante, expresó con lucidez su visión general acerca de su publicación y su defensa, en un escrito inédito fechado hacia 1963:

«El argumento más evidente a favor de la traducción es que la obra traducida merece la pena ser leída, ya sea por su valor intrínseco o por cualquiera otra razón de orden histórico o académico, y merece ser leída por todo aquel que desconozca la lengua de su autor original y del que no cabe esperar que la aprenda.

Éste, supongo, es el argumento que se suele presentar, pero hay muchos grados intermedios entre la ignorancia total y el pleno dominio de un idioma extranjero. Rara vez es adquirido esto último, ni siquiera por los traductores y, ciertamente, tampoco por mí. E incluso si se asume un cierto dominio, creo que es incuestionable el hecho de que los textos que se han convertido en objeto de estudio son maltratados por profesores, editores y estudiantes, y que se atiende cada vez menos a la obra original.

Escuchar, no leer; ya que la lectura sugiere un estudio minucioso y en silencio, reflexión en las palabras, la resolución de una serie de enigmas; cuando escuchar debería significar recibir, con la velocidad de una lengua familiar, el impacto inmediato del sonido, junto con el del sentido.

En todo idioma real, ambos se entrelazan. Si se separan, aunque sea por la necesidad del estudio, se desgastan.

Un traductor puede desear (o insensatamente aspirar) reparar esta desunión, en la medida de lo posible. Y si éste logra algún grado de éxito, puede resultar útil incluso para quienes tienen más prestigio que él. La inmediatez de una lengua nativa rara vez puede ser igualada o incluso ser objeto de aproximación.

Y, como suele ocurrir con el lector inglés moderno con Pearl y Sir Gawain, aunque el idioma a traducir sea el inglés, el paso del tiempo y los cambios literarios lo volvieron ininteligible para quien no lo haya estudiado previamente, e incluso entre los que sí lo estudiaron, son pocos los que escucharon realmente a estos poemas; es decir, los que lograron recibirlos con la misma inmediatez que un hombre que comparta la época y las circunstancias del autor. Eso supondría, por supuesto, una máquina del tiempo, la cual permitiría adquirir el dialecto y el lenguaje literario familiar del autor, y luego, escuchar su obra. El único sustituto concreto de esta máquina es la traducción, aunque sea imperfecta.

¿Cómo puede operar entonces una traducción de esta manera, aunque sea una forma imperfecta?

En primer lugar, con lealtad absoluta a lo traducido: a su significado, su estilo, su técnica y su forma.

La lengua utilizada en la traducción no es más que un instrumento, que debe ser manipulado con el fin de reproducir, volver audible de nuevo, de la manera más fiel posible, la obra antigua.

Afortunadamente, el inglés moderno (el moderno literario, no el coloquial contemporáneo) es un instrumento de gran capacidad y recursos, tiene una larga experiencia aún viva y profundas raíces en el pasado, del que aún no se han arrancado todas.»

J.R.R. Tolkien ~ c. 1963

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