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Tolkien ilustrador

Scull and Hammond have published extensively on Tolkien’s art and can easily be considered the experts on his attainments as a visual artist. This brief survey covers the full range of his pictorial art, from his early visionary art, to his illustrations for The Hobbit and The Lord of the Rings, and his love of patterns and lettering.

Las primeras obras gráficas y las «visiones»

Christopher Tolkien mantuvo, con razón, que los estudios de la obra de su padre no pueden considerarse completos si no contemplan también sus ilustraciones. J.R.R. Tolkien era un artista aficionado, dotado de un considerable talento, que comenzó a pintar y dibujar cuando todavía era un niño y siguió haciéndolo hasta el final de su vida. Aunque su capacidad para dibujar figuras humanas era limitada, logró reproducir árboles, flores y montañas con notable habilidad. Entre sus primeros trabajos, se encuentran bocetos de lugares que visitó durante sus vacaciones.

Tolkien ingresó en la Universidad de Oxford en 1911, donde empezó a dibujar imágenes «visionarias», simbólicas, abstractas, de escenas procedentes de su imaginación. A algunas de estas curiosas visiones las llamó «ishnesses», a partir de las terminaciones de los títulos de dibujos conocidos como «Undertenishness» y «Grownupishness» (cuyo significado sólo se puede suponer). La mayoría de estos dibujos fueron realizados por Tolkien en un cuaderno de bocetos, al que el propio autor llamaba The Book of Ishness, y que incluía también dibujos inspirados en obras literarias, como Xanadú (inspirada en «Kubla Khan», de Samuel T. Coleridge) o La tierra de Pohja, inspirada en el Kalevala finlandés. Y, más importante aún, pintó acuarelas vinculadas a su propia mitología, emergente en  el «Silmarillion», como Las costas de Faery y El hombre de la Luna. En ocasiones, algunos elementos del Legendarium de Tolkien nacieron en sus ilustraciones, antes de que los expresara por escrito.

‘Xanadu’, inspired by Samuel Taylor Coleridge’s poem, ‘Kubla Khan’.

 

Ilustraciones para el «Silmarillion» y para sus hijos

A medida que se desarrollaba y se ampliaba el «Silmarillion», la inspiración de Tolkien le llevó a dibujar algunos de los paisajes que imaginaba. Su dibujo del dragón Glórund (o Glaurung) saliendo en busca del guerrero Túrin, así como su magnífica acuarela titulada Estancias de Manwë (también conocida como Taniquetil) son particularmente llamativos. La entrada de Nargothrond aparece desde varios puntos de vista, lo que revela cambios en las concepciones de Tolkien respecto a la gran fortaleza subterránea de los Elfos.

En aquellos tiempos, Tolkien ya había realizado muchos dibujos para ilustrar las historias que inventaba para divertir a sus hijos. Así bien, en 1920 dibujó retratos de Papá Noel para John (su hijo mayor), en una carta supuestamente escrita por el propio Papá Noel, acompañada de un sobre que llevaba sello y matasellos «del Polo Norte». A ésta le siguieron numerosas «Cartas de Papá Noel», ilustradas o decoradas. Para su relato Roverandom, concebido en 1925, Tolkien realizó, al menos, cinco ilustraciones. Entre ellas, destaca una de sus más bellas acuarelas, los Jardines del Palacio de Merking. A finales de 1920 o principios de 1930, escribió a El Señor Bliss, un libro que ilustró tan profusamente, con lápices y tintas de colores, que su publicación resultó demasiado costosa. Habría que esperar casi medio siglo, a que avances tecnológicos en el ámbito de la imprenta, permitieran reproducirlos. Las ilustraciones de El Señor Bliss fueron comparadas con dibujos del poeta del absurdo Edward Lear, y, de hecho, son igual de divertidas y absurdas que el texto al que acompañan.

 

El Hobbit 

Dado que, ninguna de estas obras estaba destinada a ser mostrada, salvo a familiares y amigos íntimos, Tolkien se sintió libre para dibujar o pintar a su gusto. Pero no sucedió así, respecto a los dibujos para El Hobbit, ya que Tolkien estuvo en desacuerdo con sus editores cuando éstos opinaron que la obra no necesitaba ninguna ilustración adicional a los mapas. El «manuscrito casero» contenía varias ilustraciones, y lo mejoró añadiendo algunas nuevas, según lo que le pareció más adecuado. George Allen & Unwin, sus editores, quedaron encantados con los dibujos de Tolkien y aceptaron los requisitos del autor, oponiéndose solamente al uso de demasiados colores en la elaboración de los mapas. La primera impresión de El Hobbit (1937) contenía once dibujos y mapas en blanco y negro, y una ilustración a media tinta del Bosque Negro. En la segunda impresión, se añadieron cuatro ilustraciones a todo color: las acuarelas de La Colina: Hobbiton al otro lado del AguaRivendelBilbo llega a las cabañas de los Elfos de la almadía y Conversación con Smaug. En la primera edición americana, en lugar de la ilustración de las cabañas de los Elfos de la almadía, hay una quinta acuarela que representa el nido de las águilas en las Montañas Nubladas.

Los bocetos previos conservados entre los documentos de Tolkien revelan el enorme trabajo que representaron las ilustraciones de El Hobbit. En particular, la acuarela de La Colina: Hobbiton, de la cual realizó numerosas versiones. Tolkien también colaboró en el diseño de la cubierta del libro, e ideó una sobrecubierta, un paisaje de montañas y árboles que se extiende sobre toda la superficie del libro. Esta sobrecubierta de El Hobbit, de la cual se ha modificado sólo la tipografía, aparece aún hoy en día en algunas ediciones y fue una de las más atractivas de las ediciones británicas del siglo XX.

‘Bilbo woke up with the early sun in his eyes’, an illustration for The Hobbit.

 

El Señor de los Anillos

Pocos de los lectores de Tolkien se mostraron tan críticos como lo hizo él mismo acerca de sus ilustraciones. Era mejor artista de lo que solía admitir, pero también era consciente de que no era ilustrador profesional, y no pretendía serlo. Cuando su relato Egidio, el granjero de Ham necesitó ilustraciones para su edición, Tolkien se negó a ejecutarlas. Incluso parece ser que nunca trató de hacerlo, probablemente, más por falta de tiempo que por ausencia de interés. Sus editores y él buscaron entonces a otros ilustradores, y finalmente eligieron a Pauline Baynes.

Sin embargo, Tolkien continuó haciendo uso de sus propias habilidades artísticas mientras trabajaba en El Señor de los Anillos. Realizó numerosos bocetos y varios dibujos a lápiz de color, con el fin de tener una guía para visualizar la compleja topografía y arquitectura de la historia. La mayoría de ellos fueron publicados, destacando, en particular, las representaciones en color del Viejo-hombre-Sauce, de la Puerta de Moria, de Lothlórien, del Sagrario y de Barad-dûr. Tolkien también elaboró «facsímiles» de páginas procedentes de fragmentos del libro de Mazarbul, tal y como se describen en El Señor de los Anillos, trazando cuidadosamente las letras del texto y quemando los bordes; pero el coste de reproducción resultó excesivo para sus editores (HarperCollins los incluyó posteriormente en la edición del quincuagésimo aniversario de El Señor de los Anillos, en 2004).

Tolkien también trabajó con Allen & Unwin en el diseño de la sobrecubierta de El Señor de los Anillos, proponiendo diferentes dibujos para cada uno de los tres volúmenes de la edición original. Al final, sus editores eligieron tres ilustraciones similares, cada una de las cuales incluía motivos decorativos ideados por Tolkien: El Ojo de Sauron inscrito en medio del Anillo Único y rodeado por los versos de la divisa del Anillo. Algunos de los otros diseños elaborados por Tolkien para el proyecto inicial se conservaron para su uso en ediciones posteriores.

 

Otras obras gráficas de Tolkien

Tolkien realizó cientos de dibujos, muchas veces por el simple placer de adornar y de diseñar motivos decorativos. A finales del siglo XIX, cuando todavía era un niño, fue influenciado por la obra gráfica de William Morris, otros artistas del Movimiento Arts and Crafts, el Art Nouveau y el Art Déco. Fue también un calígrafo de talento, inspirado por el gran Edward Johnston, autor del clásico manual Writing & Illuminating & Lettering [Escritura, iluminación y rotulación]. Tolkien se inspiró incluso en los manuscritos medievales que formaban parte de su trabajo académico. Pero nunca fue un simple imitador.

Entre sus diseños más decorativos destacan diversas versiones del «Árbol de Amalion», cargado de hojas y flores de variadas formas y tamaños. Este representa el árbol de los Cuentos al que alude Tolkien en su ensayo Sobre los cuentos de hadas; asimismo relacionado, con la pintura del gran árbol descrito en el relato Hoja de Niggle. También se encuentran entre sus documentos muchos elementos decorativos que garabateaba con lápices de colores en su periódico, mientras resolvía los crucigramas. Algunos son idénticos a «divisas heráldicas» decorativas dibujadas por Tolkien para representar a los Elfos y a los Hombres en el «Silmarillion». Incluso consideró que ciertos de estos motivos no eran sólo garabatos, sino diseños de baldosas, alfombras y otros «objetos» de su Legendarium.

Todas las ilustraciones de Tolkien mencionadas en este artículo están convenientemente reproducidas en JRR Tolkien, Artista e ilustrador (HarperCollins UK, 1995) por Wayne G. Hammond y Christina Scull. Otras obras que no figuran en Artista e ilustrador, se pueden encontrar en una colección anterior, actualmente descatalogada: Pinturas y dibujos de J.R.R. Tolkien (George Allen & Unwin, 1979; 2ª ed. 1992), editada por Christopher Tolkien a partir de las primeras reproducciones realizadas por Tolkien para los calendarios. Una selección de pinturas y dibujos originales fue presentada en exposiciones en varias ocasiones, pero las obras son, en su mayoría, demasiado frágiles para ser expuestas con frecuencia.

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En el vol. 1 de The J.R.R. Tolkien Companion and Guide por Christina Scull y Wayne G. Hammond (HarperCollins UK, 2006) figura un inventario de las obras visuales de Tolkien.

En español: J.R.R. Tolkien, Artista e ilustrador (1996, Ediciones Minotauro). Pinturas y dibujos de J.R.R. Tolkien (1992, Ediciones Minotauro). El relato Hoja de Niggle puede encontrarse junto al ensayo Sobre los cuentos de hadas en Árbol y Hoja, (2002, última edición: Editorial Minotauro).