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Carl Hostetter, Tolkien y las Lenguas Inventadas

Carl Hostetter presents a brief introduction to the languages of Middle-earth, their development and underlying linguistic construction.

Elen síla lúmenn’ omentielvo! ~ Con estas palabras Frodo Bolsón saluda a un grupo de Elfos en el Bosque Cerrado. Es también con estas palabras que la mayoría de los lectores del Legendarium de J.R.R Tolkien descubren las lenguas que inventó para La Tierra Media. El saludo de Frodo es en Quenya, o Alto Élfico, una de las dos principales lenguas de los Elfos en Tierra Media con el Sindarin, llamado también Élfico-Gris. Todos los poemas, canciones, exclamaciones, sortilegios u invocaciones en Élfico que se pronuncian en El Hobbit, El Señor de los Anillos, El Silmarillion y Los Hijos de Húrin estan en una de estas dos lenguas; así como la mayoría de los nombres de lugares y de personajes que no son en inglés.

Cuando las dichas palabras de Frodo son publicadas en 1954, en La Comunidad del Anillo, Tolkien trabaja en el desarrollo de sus lenguas Élficas desde casi cuarenta años. En realidad, las lenguas de Tolkien precedieron y dieron a luz al Legendarium. Así como lo escribió el autor, «El fundamento es la invención de lenguas. Las “historias” se crearon más bien para procurar un mundo para las lenguas, que a la inversa». Estas palabras están acertadas por los alcances a la mitología naciente que nos libran las entradas de los más primitivos léxicos y gramáticas de estas dos principales lenguas Élficas, el Quenya y el Goldogrin (o dialecto Gnomo), así es como nombraron las formas más tempranas de estas lenguas. Con estas, encontramos a Elfos, Orcos, Trolls, los Valar, Melkor (entonces llamado Melko) y sus Balrogs, dragones e Ilúvatar, todos en escritos lingüísticos anteriores a los primeros cuentos mitológicos. Para Tolkien, el invento de las lenguas y el invento de una mitología estaban íntimamente conectados : «para dotar a un idioma de un sabor singular, debe haberse entretejido entre las hebras de una mitología individual (…). Lo contrario es también cierto: la construcción idiomática que se lleve a cabo alumbrará  una mitología.»

No es entonces ninguna coincidencia si, lo mismo que el Legendarium experimentó décadas de evoluciones y cambios, antes como después de la publicación del Señor de los Anillos, las lenguas de Tolkien conocieron igualmente décadas de transformaciones, repasos, revisiones y recapitulaciones, a lo largo de su vida. Y, como con el Legendarium, no logró llevar el trabajo sobre las lenguas a cabo. Tolkien no consideraba tampoco que llegar a una forma definitiva e inmutable de sus lenguas sea necesario o deseable. Casi siempre que se propuso escribir acerca o en una de sus lenguas, resultaron nuevas invenciones, repasos y modificaciones de sus formas previas. La publicación no les impuso tampoco una forma definitiva, así como lo demuestra por una parte los cambios añadidos por Tolkien a varios textos en Élfico en la segunda edición, revisada, del Señor de Los Anillos, y por otra parte las reinterpretaciones ulteriores que hizo de aquellos textos a la luz de modificaciones conceptuales que proporcionó a las lenguas después de la publicación.

‘The Tree of Tongues’, chart showing the relationships between the languages of Middle-earth

Además de la historia de las modificaciones conceptuales que experimentaron las lenguas a lo largo de la vida de Tolkien, cada lengua posee también su propia historia (inventada por Tolkien)  de cambios fonéticos y gramáticos que se produjeron dentro del mundo de la Tierra Media. Del mismo modo que el inglés moderno desciende del medio inglés (el de Chaucer), cuál deriva del inglés antiguo (el del poema de Beowulf), cada una de las lenguas Élficas inventadas por Tolkien posee una historia, imaginaria que explica cómo se desarrollaron desde las formas más antiguas.  Y, de la misma manera que el inglés, el alemán, el francés, el español, el italiano y todas las lenguas indoeuropeas descienden de un antepasado prehistórico común, todos los idiomas Élficos estan relacionados unos con otros. La mayoría de los escritos de Tolkien referentes a sus lenguas inventadas consisten en detallar el sistema de correspondencia entre y dentro de las lenguas, cómo se diferenciaron y su larga evolución desde el primitivo idioma Eldarín común. En resumen, los innumerables escritos dedicados por Tolkien a sus lenguas están ante todo al servicio de sus gramáticas históricas y comparadas, imaginarias; y los cambios conceptuales, ininterrumpidos durante su existencia, nacieron de reconsideraciones incesantes y de cambios en  el detalle de estas fonologías y gramáticas comparadas históricas.

A pesar de que las lenguas de Tolkien fueron elaboradas a lo largo de décadas, su coherencia y su armonía son máximas. El Quenya tal y como lo concebió en los años 1910-1920 y el Quenya elaborado en los años 1950-1960 aunque difiera en el detalle de su fonología, de su gramática y de su léxico, son más cercanos que lejanos; así como las formas sucesivas de Goldogrin, Noldorin y Sindarin. Pocos aspectos (suponiendo que se halle alguno) de las lenguas inventadas por Tolkien fueron exentos de modificaciones, e incluso categorías gramaticales enteras (como pronombres y tiempos verbales) eran siempre susceptibles de recibir modificaciones.

No obstante, los escritos lingüísticos de Tolkien no son exclusivamente técnicos o abstractos, sin relación con los textos narrativos que componen el Legendarium. Modificaciones alegadas a la historia de los pueblos y de los grandes eventos del Legendarium podían transformar (a veces lo hicieron) la historia de la lengua y su forma. Por ejemplo, la aparición  de la Segunda y Tercera Edad de la Tierra Media, en el transcurso de la redacción del Señor de los Anillos, extendió la historia de las lenguas Élficas en Tierra Media por milenios. Esto dio lugar a una revisión integral de la historia del Sindarin, que se llamaba previamente Noldorin, como la lengua de los Noldor exiliados de Valinor, se convirtió en la lengua materna de los Elfos Grises de Beleriand y se diferenció también del Noldorin sobre algunos puntos fonológicos y gramáticos. Así pues, modificaciones menores añadidas a las lenguas también pudieron influir en el transcurso de los acontecimientos históricos de la Tierra Media. Los ensayos de Tolkien que se refieren al Legendarium, en particular a sus últimos textos, trataban casi siempre de detalles lingüísticos, y emergían a veces de uno de ellos. Y, sus reflexiones sobre las lenguas, en particular sobre su gramática y fonología propia, se transformaban puntualmente en ensayos sobre geografía, pueblos o cuestiones metafísicas en relación con su mundo imaginario.

El trabajo de edición y de presentación de textos, destinados a relatar la historia de las invenciones lingüísticas de Tolkien, fue comenzado por Christopher Tolkien en La Historia de la Tierra Media. Es continuado por Christopher Wilson, Carl F. Hostetter, Arden R. Smith, Patrick H. Wynne y Bill Welden, con la ayuda de Christopher Tolkien, del Tolkien Estate, de los Archivos Tolkien en la universidad Marquette (Winscosin, Estados Unidos) y de la Biblioteca Bodleian (Oxford, Inglaterra).

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