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David Bratman, ‘La Historia de la Tierra Media’

«Ahora bien, sucedió en cierto tiempo que un viajero de países lejanos, un hombre de gran curiosidad, fue llevado, por el deseo de tierras extrañas, y de caminos y moradas de pueblos inusitados, en un barco hacia el oeste, tan hacia el oeste, que llegó hasta la Isla Solitaria, Tol Eressëa en la lengua de las hadas, pero que los Gnomos llaman Dor Faidwen, la Tierra de la Liberación, y de ahí nació una gran historia.» ~ J.R.R.T.

El conjunto de volúmenes de La Historia de la Tierra Media puede resultar intimidante para el lector ocasional. Estos doce densos libros – publicados en un período de 12 años entre 1983 y 1996 – de títulos misteriosos y que llevan el monograma de JRRT, abundan en relatos (mayoritariamente fragmentarios), poemas, ensayos, cronologías, mapas y gráficos, listados de raíces lingüísticas…

Algunos volúmenes tratan sobre personajes familiares, como Frodo o Gandalf, y otros dan a conocer personajes totalmente nuevos. Sin embargo, todos ofrecen importantes apuntes y comentarios de la mano de Christopher Tolkien, su diseñador y redactor.

Entonces, ¿qué es La Historia de la Tierra Media? ¿De qué trata? Quizá pueda brindarnos una respuesta el relato titulado Hoja de Niggle, en el que Tolkien cuenta la historia de un artista y de su gran proyecto:

[El cuadro] había comenzado como una hoja arrastrada por el viento y se había convertido en un árbol. Y el árbol creció, dando numerosas ramas y echando las más fantásticas raíces. Llegaron extraños pájaros que se posaron en las ramitas, y hubo que atenderlos. Después, todo alrededor del árbol y detrás de él, en los espacios que dejaban las hojas y las ramas, comenzó a crecer un paisaje. Y aparecieron atisbos de un bosque que avanzaba sobre las tierras de labor y montañas coronadas de nieve.

Aquí podemos contemplar una descripción de la fantástica «mitología» de Tolkien o Legendarium (como solía llamarla), fruto de la imaginación del autor, que fue la obra de toda su vida.

La Historia de la Tierra Media presenta, en orden de composición casi cronológico, el tronco y las ramas de este trabajo, así como el paisaje engendrado en su entorno, desde las hojas arrastradas por el viento (sus primeros poemas, en los años 1910) hasta los últimos toques añadidos a las ramitas (sus apuntes y notas finales, a principios de 1970). Casi todas las demás creaciones de Tolkien, incluyendo El Señor de los Anillos, son ramificaciones de obras contenidas en La Historia, o dependen de ellas.
El autor dio el nombre de «Silmarillion» a algunos de estos textos, y fue en 1977, en el momento de estudiarlos para dar a la obra forma publicable, cuando Christopher Tolkien asentó la base de lo que se convertiría en la monumental Historia de la Tierra Media. Así pues, La Historia tuvo su origen en El Silmarillion, ¡pero este último proviene directamente de los textos estudiados en La Historia!

En cierta medida, el objetivo que J.R.R Tolkien se propuso al escribir esta obra fue, (así como le escribió a un lector en 1956), el de «restaurar para los ingleses una tradición épica y darle una mitología propia». Otras naciones, como los griegos, los celtas, los germanos y los escandinavos, tenían su propia mitología, pero no había «nada» realmente «inglés», salvo «un empobrecido material». Lo que hubiera podido subsistir se perdió después de la Conquista Normanda de Inglaterra y la leyenda artúrica estaba demasiado mezclada con Materia de Bretaña para poder considerarse meramente inglesa. En su opinión, era de un estilo exuberante y demasiado cristiano como para dar forma a lo que tenía en mente.

La mitología finlandesa, compilada a partir de cuentos populares en el siglo XIX por el erudito Elias Lönnrot, en una épica coherente llamada Kalevala, fue uno de sus modelos. Pero a pesar de que se inspirara en dicha mitología, Tolkien debía crear su Legendarium a partir de su propia imaginación, así como lo expresó en una carta a Milton Waldman, en 1951:

¡No se ría! Pero una vez (mi cresta hace mucho que ha caído desde entonces) tenía intención de crear un cuerpo de leyendas más o menos conectadas, desde las amplias cosmogonías hasta el nivel del cuento de hadas romántico – lo más amplio fundado en lo menor, en contacto con la tierra, al tiempo que lo menor obtiene esplendor de los vastos telones de fondo.

Y así lo hizo, aunque el resultado difiera de lo que esperaba. Así bien, mientras que El Silmarillion comienza con la creación del universo, la primera de sus obras conocida por el público, El Hobbit (publicado en Inglaterra en 1937), se inicia como un cuento de hadas, con un hobbit (explicando y detallando lo que es un hobbit) fumando de su pipa, en el umbral de su casa. Pero pronto este debe abandonar su hogar para adentrarse en un mundo poblado por Enanos de origen germánico, dragones, héroes épicos, grandes hazañas e integrarse en esta inmensa Historia, ofreciendo destellos del «telón de fondo» del «Silmarillion». La popularidad de El Hobbit indujo a Tolkien a escribir El Señor de los Anillos, en el que nos desvela un poco más su mitología, y ofrece atisbos del «Silmarillion».

A semejanza de la mitología popular auténtica, el Legendarium de Tolkien abarca varias formas, constituidas por múltiples versiones, escritas en diferentes estilos y con varios niveles de detalles. El rey Arturo de Thomas Malory difiere del de Arthur Geoffrey de Monmouth, o del Arturo de novelistas contemporáneos. Asimismo, la historia de Sigurd el Völsungo en las Eddas y en la Völsunga Saga se distingue de la de Siegfried en El Cantar de los Nibelungos o en El Anillo del Nibelungo de Richard Wagner (¡sucede lo mismo con el personaje de Arturo en La Caída de Arturo de Tolkien, o con su propio poema sobre Sigurd y Gudrún!). Los nombres y los acontecimientos pueden variar entre las diferentes versiones, pero las líneas generales son parecidas.
De manera análoga, en la mitología de Tolkien, los cambios en los nombres o en el significado de los acontecimientos pueden desconcertar, pero nos muestran, ante todo, los procesos y la imaginación de un autor en fase de creación.

Los doce volúmenes de La Historia de la Tierra Media constituyen un registro detallado, que no está destinado a ser leído como una narración independiente (por ello, se recomienda a los lectores interesados en leer novelas, comenzar por El Silmarillion o Los Hijos de Húrin).
No obstante, a lo largo de décadas de creación, Tolkien reunió tres conjuntos dispares de relatos, correspondientes más o menos a las tres Edades de la Tierra Media. En consecuencia, la palabra historia en el título La Historia de la Tierra Media, alude tanto a la Historia «interna» (los acontecimientos en el seno de los relatos) como a la Historia «externa» del autor que las escribió. Interesarse por su Historia externa, es decir, el desarrollo del Legendarium en la mente de Tolkien, es igual de complejo e interesante que los relatos en sí.

La creación del Legendarium comenzó con El Libro de los Cuentos Perdidos (volúmenes I y II de la Historia), procedentes de un conjunto de cuadernos que Tolkien llenó de historias mientras se recuperaba de la fiebre de las trincheras, durante la Primera Guerra Mundial. Estos Cuentos le fueron inspirados por la poesía y las lenguas inventadas en las que estuvo trabajando durante años: como explicó él mismo, las «historias» se crearon para proporcionar un mundo en el que pudieran existir las lenguas, un pueblo que las hablara (los Elfos), con sus propias historias para contar. A esto se refería cuando escribió que «las lenguas … son una enfermedad de la mitología», y que «las “historias” se crearon más bien para procurar un mundo para las lenguas que a la inversa». [Para más información sobre este tema, consulten nuestro artículo dedicado a las lenguas inventadas de J.R.R. Tolkien.]

El Libro de los Cuentos Perdidos (en dos partes) comprende un ciclo de cuentos que relatan cómo un marinero anglosajón llamado Eriol (más adelante Ælfwine) viaja hasta Tol Eressëa, la Isla Solitaria, donde escucha la historia de los Gnomos (llamados los Noldor más adelante), contada por sus propios narradores. Tolkien se preocupó por el modo (ficticio) en que se transmitirían sus historias a Inglaterra, lo que le hizo decidir que las trajera Eriol o que la propia Tol Eressëa se convirtiese en Inglaterra.

Las historias que oye Eriol son, en esencia, las del Silmarillion: la creación del mundo, el exilio de los Elfos Noldorin de Valinor hacia las tierras mortales, su valiente pero infructuosa lucha contra el Gran Enemigo, el heroísmo de guerreros como Beren y Túrin, y el viaje de Eärendil.

Como ocurrió con la mayoría de las historias que imaginó, Tolkien nunca acabó los Cuentos Perdidos. Durante la década de 1920, se interesó de nuevo por la poesía épica, retomando dos de los principales relatos del ciclo, publicados en Las Baladas de Beleriand (volumen III de La Historia): La Balada de los Hijos de Húrin, escrita en verso aliterado, y La Balada de Leithian, escrita en pareados rimados. No terminó ninguno de los dos, y regresó muchos años más tarde a La Balada de Leithian (lo que es típico de Tolkien), que reescribió desde el principio. Esta versión también está incluida en Las Baladas de Beleriand.

En aquella época, Tolkien continuó trabajando en prosa: La Formación de la Tierra Media (volumen IV de la Historia) incluye mapas, descripciones cosmológicas, notas, anales y versiones en prosa de las historias, es decir, un todo que amplía la profundidad y el significado de El Libro de los Cuentos Perdidos en el que se basan. El título Quenta Silmarillion está conectado con versiones tempranas en prosa, consideradas como los primeros esbozos de todos los trabajos que vinieron a continuación con este título.

El Camino Perdido y Otros Escritos (volumen·V de La Historia) desarrolla aún más los anales y el Quenta Silmarillion: incluye una etimología de las raíces del lenguaje élfico y las primeras versiones de la historia de Númenor, lo cual es una aportación inédita al Legendarium, que se incorporó a la Segunda Edad. Tolkien concibió este mito de la Atlántida como un suplemento a El Libro de los Cuentos Perdidos, bajo el título La Caída de Númenor. Pero también emprendió la escritura de un tipo de relato totalmente diferente, El Camino Perdido, que cuenta la historia de dos hombres pertenecientes a la época moderna, que tenían en sus sueños visiones de la desaparecida Númenor y el recuerdo de sus lenguas.

En 1938, Tolkien dejó de lado toda su obra anterior para abordar un nuevo proyecto, la escritura de una secuela de la historia que inventó para sus hijos: El Hobbit. El Hobbit (el cual no se estudia en La Historia de la Tierra Media, pero es ampliamente examinado en The History of the Hobbit [La historia de El hobbit] de John Rateliff, así como El Hobbit Anotado de Douglas Anderson) se conectó a lo largo de su redacción con el corazón de la mitología existente. Estos vínculos se hicieron más firmes en El Señor de los Anillos, el cual se convirtió, a la vez, en una secuela de el «Silmarillion» y de El hobbit. Desde los volúmenes·VI al ·IX de La Historia de la Tierra Media se forma un subconjunto (titulado La Historia de El Señor de los Anillos), que reconstruye la composición de este nuevo libro desde los primeros bocetos, realizados en 1937, hasta la completa finalización del texto en 1949. De hecho, no fue un proceso lineal y la historia pasó por varias fases de desarrollo, ya que al retomar trabajos anteriores que reescribió y amplió, Tolkien se extendió más allá de la historia a través de tramas, notas, dibujos de mapas y una compilación de cronologías.

A grandes rasgos, El Retorno de la Sombra, volumen·VI de La Historia, corresponde a las primeras versiones del Libro·I de El Señor de los Anillos; el volumen·VII, La Traición de Isengard a los Libros·II y·III; el volumen·VIII La Guerra del Anillo completa los Libros·III, IV y·V; y El fin de la Tercera Edad, primera parte del volumen·IX originariamente llamado, Sauron Defeated [Sauron Derrotado] en la edición inglesa, se vincula con el Libro·VI de El Señor de los Anillos.

El volumen Sauron Defeated propone incluso una remodelación sustancial de la historia de Númenor que Tolkien escribió a mediados de la década de 1940 [en español se encuentra en el volumen·VI de la HTM titulado La Caída de Númenor]. El Hundimiento de Anadûnê es una nueva versión «mitológica» de la caída de Númenor, mientras que Los Papeles del Notion Club, recuerda a El Camino Perdido, pero con personajes diferentes: trata del lenguaje onírico y de las narraciones de cuentos realizadas por hombres de la época moderna a quienes les llegan visiones de Númenor.

Tras la finalización de El Señor de los Anillos, Tolkien quiso que el material del «Silmarillion» fuera coherente con el desarrollo de la historia de fondo de El Señor de los Anillos. Los volúmenes·X y·XI de La Historia, El Anillo de Morgoth y La Guerra de las Joyas forman otro subconjunto, titulado The Later Silmarillion (El Silmarillion posterior), que compila los trabajos de Tolkien en la década de 1940 y 1950: el autor retomó el Quenta Silmarillion y los Anales para reescribirlos, y trató de reconstruir toda su cosmología desde el principio. Un buen número de textos complementarios, como cuentos y ensayos, exploraron las implicaciones de su subcreación.

Los que se ubican en El Anillo de Morgoth se refieren en gran parte a la primera mitad de la historia del mundo, en Valinor, y La Guerra de las Joyas incluye textos relacionados con la segunda mitad de la historia, en Beleriand. Algunos fragmentos del texto del Quenta Silmarillion no se incluyen en este volumen, ya que se reprodujeron casi sin cambios en el volumen de El Silmarillion publicado en 1977. Este último recopila relatos de este periodo, complementados, cuando carecían de material, con textos modificados de 1930, para dotar de mayor coherencia a la historia narrada en El Señor de los Anillos.

Los Pueblos de la Tierra Media, volumen·XII de La Historia, trata de la escritura y de la evolución del Prólogo y de los Apéndices de El Señor de los Anillos, que no figuran en los volúmenes VI-IX de La Historia de El Señor de los Anillos, e incluye varios textos breves que datan de los últimos años de la vida de Tolkien (década de 1960 y principios de 1970), entre los cuales destaca un comienzo, muy fragmentario, de una secuela de El Señor de los Anillos, titulada La Nueva Sombra. Textos más largos y pulidos escritos en este período aparecen en los Cuentos Inconclusos de Númenor y la Tierra Media, un volumen publicado en inglés en 1980, antes de que empezase la publicación de la serie de La Historia de la Tierra Media.